jueves, 25 de noviembre de 2010

IPAD

Cuando Apple dio a conocer el iPad, a comienzos de año, fue inevitable preguntarme si valía la pena comprarlo o no. Las razones no son difíciles de adivinar. Desde hace varios años soy usuario de Mac, me hice a un iPod touch tan pronto lo lanzaron al mercado, a finales de 2007, y esa misma adquisición me llevó, casi inmediatamente, al iPhone 2G que remplacé por un 3GS, que ahora pienso cambiar por el iPhone 4. A pesar de ello, estoy lejos de ser un ‘fanboy’ de la marca de la manzana, es decir, no he sucumbido al carisma de Steve Jobs, o al ‘reality distortion field’, como uno de los propios empleados de la compañía denominó a su habilidad para hacer ver a la gente las cosas como él quiere.

Aun así, eran muchas las dudas que tenía. En su presentación, Jobs había advertido que el iPad estaba llamado a llenar un vacío entre el iPhone y los MacBooks, los portátiles de esta compañía. ¿Existía tal vacío? Y suponiendo que sí, ¿era el iPad, al que muchos veían despectivamente como un iPod o un iPhone grandote, el gadget adecuado para llenarlo? Con muchas dudas en la cabeza, aproveché un viaje corto a Estados Unidos para comprobarlo de primera mano. Y es verdad que, a primera vista, el iPad es un iPod mucho más grande (exactamente de 9,7 pulgadas) y costoso (sus precios oscilan entre 499 y 829 dólares (999.000 y 1’799.000 pesos en Colombia), pero las sensaciones comienzan a cambiar –para bien– cuando se tiene la oportunidad de interactuar con él, gracias a la experiencia de usuario que brinda la tecnología multitoque, que entre otras cosas permite estirar y encoger lo que tengamos en la pantalla.

Una vez comprado, la pregunta fue si podría prescindir del portátil para las tareas más sencillas del día a día, o cuando estuviera de viaje. ¿La respuesta? Un sí condicionado. Si buena parte de su actividad –como es mi caso y el de millones de personas en el mundo– consiste en navegar por Internet para informarse, escribir textos y elaborar hojas de cálculo sencillas (que puede hacer en Numbers, ‘el Excel de Apple’, una aplicación de la App Store que tiene un valor de 10 dólares), entonces el iPad sí es para usted.

Pero si su labor consiste en trabajar complejos cuadros en Excel o en tener muchas pestañas abiertas en el navegador, que le exigen una capacidad multitarea que sólo estará disponible en el iPad con una actualización de software dentro de unos días, entonces debería pensarlo 2 veces. Al menos si considera usarlo como un sustituto y no como un complemento de su computador personal.

Del miniportátil al tablet.

Antes del iPad, además del portátil tradicional, tenía un netbook o miniportátil al que le daba muy poco uso, pues el teclado me parecía incómodo y su única ventaja real consistía en la portabilidad. Por el contrario, con 6 meses de uso, el iPad se ha vuelto indispensable en mi día a día, en lo que al consumo de contenidos se refiere, interacción de redes sociales (como Facebook o Twitter) y consulta de correos como la magnífica versión web de Gmail, que funciona incluso mejor que la función incorporada para administrar cuentas de correo electrónico. Tanto he llegado a compenetrarme con este ‘juguete’ que a veces, frente a al portátil, siento la tentación de pasar la mano por la pantalla y de estirar una foto